miércoles, 5 de diciembre de 2012

"La puerta hacia donde no se sabe"

Antes de ayer vi entre abierta
esa extraña puerta,
allí vivía la duende del barrio:
lectora incansable
y narradora de las más recónditas historias,

lo poco casi real de aquel descuidado teatro
de cartón y papel piedra.

A pesar de la oscuridad, entré.

Cuando bajas las escaleras,
descubres las nubes
desprendiendo lágrimas,
escupiendo lluvia,
mojando a títeres sin cabeza
en anocheceres prohibidos...

y tras las horas,
apareces víctima de amanecer mojado,
con una extraña sensación, y falto de emoción,
viviendo algún particular de despertar ilusorio.

Sueñas que ves el laberinto desde arriba,
descubres metaplanos
y recuerdas los escondrijos de tu libro favorito.


Incertidumbre desbordante
por la indecisión de tu camino,
caminante en pasillos de niebla
desorientado y derrotado,

subes montañas de libros polvorientos
amontonados como trincheras,
con sus páginas abiertas
y sus letras provocantes.

Así,
detenido bajo el candil
miras alrededor y lees:

"...piérdete en el sinsentido del payaso incansable,
arráncate la expectación, porque tú eres el espectáculo,
vomita tu fe en la trampa del destino,

bienvenido amigo soñador,
concédeme algún tipo de descuido".







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