lunes, 17 de marzo de 2014

Ay! de aquellos buenos asesinos.

Son la parte asesina del jíbaro
arrancándote el corazón y exponiendolo
en las vitrinas limpias de una muerte adelantada a su momento.

Expropiado el territorio
sólo queda asegurarte el plato de comida
techo, agua y un folio para descargar tu odio.

Una vez esprimida el alma
y su bondad
no hay lugar para reposar
ni músculo para caminar.

Menos mal que me levanto
y me alimento del resquicio de sereno
que se desploma aventurado de cualquier árbol.
Caciques y empresarios ¡me dan asco!
Devuélvanme las ilusiones que me han robado
¿por qué solo cuando estoy lejos me siento alguien y no algo?

Jíbaros que nos despellejan para el mercado
jíbaros cuyas visiones reflejan sus rostros
en el poder de sus antepasados
jíbaros que muestran nuestras cabelleras
sin que se contemple su condena
mientras que los que se rebelan acaban entre rejas
reviviendo la pesadilla de sus ancestros.

Son la parte asesina del jíbaro
son la parte negativa del jíbaro
cuyas victorias expresaban la reciprocidad multipolar
de exponer las cabelleras capturadas como símbolo de paz
su tregua implicaba compartir cosecha a nivel intertribal
y no como estos cerdos que nos quieren exterminar.

Menos mal que me levanto
menos mal que miro el monte
y camino hacia lo alto
tierra, agua, techo y pan.

Cada noche me acuesto pensando
porqué coño nos ponen tan difícil
alcanzar la supervivencia mínima
para luego aspirar a la felicidad.