y parece que mis dias ya no tienen mañanas
porque mañana es hoy mirándose al espejo
y ya las letras suenan a orquesta mal tocada
y las semanas se me quejan,
pobres de ellas, palabras,
que las he dejado sin su acompañante favorito, de domingo,
relegándolas al papel de ponerse bajo el porche y esperar a que pase la tormenta,
al lunes, al volver
al verla pasar en bicicleta
y no poder siquiera,
regalarle un saludo de nervios y sudor
como el de ayer
y mis cristales en pedazos acariciándose con el frío,
más por orgullo que por negación de placer
a veces el tiempo se atasca,
y los relojes titubean re-escribiendo sus palabras.
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