viernes, 2 de noviembre de 2012

"La existencia de un frasco o el frasco de la existencia."

Y desde aquel día,
decidió guardar
su existencia en un frasco.

Era de tamaño mediano,
tenía el cierre asegurado
y no ocupaba mucho espacio.

Se le veía algo achatado,
como comprimido por fuerza externa,
pero ahí estaba,
sin vacilar,
pensando en que nadie se acordaría
de que en otra vida fue mermelada.

Qué responsabilidad aquella
de guardar una existencia,
indecorosa para un frasco
al que ya se la había caído la etiqueta,
y más bien,
propia de cajas de madera o hasta de gabetas.

Olvidadado por la apatía del entorno
-eso de guardar existencias
no se llevaba en aquella despensa-
las náuseas empezaban a recorrerle los cristales,
y decidió llamar la atención
gritando,mucho,
descorazonarse con un "¡aqui estoy!"
pero en la lengua de los cristales.

No serviría para nada,
acabó tirándose al vacío,
y en pedazos,
extrañamente vivo,
intentó buscar con la mirada a su dueño..
(ese que había guardado su existencia ahí, en él)
De pronto,
un charco de sangre llegaba desde el salón,
el suelo se tintó de rojo,
y ahora a aquel frasco
roto y desposeído,
no volvería a llegarle una alegría,
tenía pintada,desde el principio,
la palabra tragedia en su cuerpo,
y ahora sí,
sus letras nadaban con orden y sentido.

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