Y la lluvia va llevandose(me)
por dentro,
me digo,
cada vez que en el espejo
me veo los ojos secos,
y el barro me arrastra
calle abajo,
desintegrándome,
malgastándose conmigo,
acariciando mi olfato con su olor.
Sucumbir a pisar la tierra,
a sentir el fango
entre tus manos,
y terminar hablando
con árboles y líquenes,
o hasta contigo mismo en el vientre del mundo.
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