Podriamos poner el límite de la tristeza
en aquella frase hecha
que parece que reza:
mañana será otro día
...y una mierda,
es mentira
y lo saben.
Podríamos poner el límite de la tristeza
en aquel chiste que me contastes,
o en aquel monólogo que pusistes,
como terapia:
y mañana sería otro día
...esta vez quizás,
pero a medias
y a destiempo,
y lo sabes.
Podria poner el límite de la tristeza,
de mi tristeza,
sólo en el calor de las mañanas,
esas abrigadas
y sudorosas:
...cuando te despiertas,
me miras
y a la par,
calorosamente me bostezas
de cerca,
y lo sé,
éste quizás sea hoy
mi límite de la tristeza.
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