martes, 30 de octubre de 2012

Desayuno con Lynch y Cronemberg

El café dibujaba
circulos perfectos,
la niebla entraba
por la ventana

y yo

ahí sentado,
como si nada

advirtiendo un rostro
que me señalaba,
brillando en las tinieblas
de aquel lugar

gritando palabras mudas

parecía algo importante,
pero no llegaban

y entonces
descubrí aquella penetrante melodía
que lo inundaba todo
e imponía sus formas

dibujando curvas entrelazadas

mezclando la niebla con el cafe,
dando voz a nuestras caras

la cafetería
olía a madera quemada
y romero,
daba miedo pero tenía su encanto

y todos allí,

buscando un espejo,
queriéndonos redescubrir con esmero

nunca sabríamos
que eramos maquinas de escribir,
ni que la niebla humedecía la tinta,
y menos

que las palabras, si, aquellas mudas

estaban siendo escritas
por esa penetrante melodía.

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