miércoles, 19 de septiembre de 2012

"Ciudad (I)"

Los edificios como dientes salían de la boca de la bestia para perseguirlas,ellas corrían con miradas de pánico, buscando algo que les salvara.

La fugacidad de la persecución les impedía distinguir cual era el camino y, al llegar la noche, su vista se vio afectada por los torrentes de luces que les perforaban.

Al tiempo, la bestia ponía en marcha toda su maquinaria destructiva: los coches veloces eran su sangre circulando, policías y demás de personas alienadas eran su sistema inmunológico. Y crecía y crecía...

Ya sólo les quedaba mirar hacia el cielo, pero no les resultó fácil, ya que los largos y afilados dientes ahora brillaban más que las estrellas. Y hacian de este un cuerpo homogéneo, teñido de un ocre brillante, que les prohibía distinguir la singularidad plateada, el brillo que les conectaba con el tiempo y, pensaban, les indicaría la salida.

La frustración empezó a apoderarse de sus mentes, hasta el punto de que una de ellas se llegó a ver seducida por aquella terrible máquina destructiva. Tras pasar corriendo por una de las arterias principales, se sintió atraída por un gran cartel que rezaba: " ¿Eres infeliz? Nosotros te damos la solución, abre la luz de tu interior, reseteate".

Y la perdieron. Ella les decía que había encontrado su lugar, su pequeño oasis dentro de la bestia que le hacía insensible a todos los problemas y contradicciones que habitaban su interior, y que veía en su exterior. Ya no sentía, los problemas le pasaban como estrellas fugaces, pensaba que era feliz, pero en realidad le habían robado la empatía y los recuerdos.

El resto del grupo decidió descansar en un barrio de cuevas que había a lo alto de la montaña.

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