Azul, rojo,
y curvas de mil colores
con laberintos dibujados al detalle.
Me eres puro viaje, me digo.
La imagen se detiene,
y el resto de animales,
árboles
y algún vaso de cerveza,
desaparecen estando,
como borrándose poco a poco
porque yo me vuelvo un ignorante de ellos por capricho.
Sólo un rostro en mi cabeza,
mientras los colores empiezan a moverse
haciendo que me sienta parte de ellos.
Parpadeos, y tu mirada con sabor a campos de centeno.
Respirar acelerante, y tu sonrisa regándome los ánimos.
Miradas fijas, y por una vez de mi alguien ha hecho un nudista al instante.
Y ya no quiero dar la vuelta
ni sentarme a esperar la guagua,
quiero vivirte dentro hasta la penúltima neurona,
comerte el mundo,
sentirme caracol viajero de tu cuerpo,
y acampar en tu piel, así, despacito,
para no perder el rumbo.
Ir descubriéndote las pinturas
y tu voz,
que se me desvive en cada palabra por el tiempo,
que tal vez es poco,
-pero no importa!-
el que nos permite que pudieran coincidir nuestras pisadas
-pero no importa!-.
Y tus labios creándose significados
y ya nos volvemos locos
agarrándonos y soltándonos
para vernos de cerca y de lejos.
Y yo me alegro de compartir locura,
algo de circunstancia
pero sobre todo momento,
mucho más,
momento.
Algo de rabia y tirarnos de nuestros propios pelos mirando al cielo,
por eso de las circunstancias y los océanos.
Instante, todo instante, y el baile de sudarnos en nuestras afinidades,
de ahí eso de que me eres como puro viaje,
porque tus ojos me sonríen
y me basta con oírlos,
por una vez escribo desde la alegría
gracias
a que lo hago sobre el color del papel con el que escribe el mundo,
y su nombre en femenino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario