miércoles, 13 de febrero de 2013

"Noche de aeropuerto"

Lástimas del tiempo,
lástimas que nunca llegaron,
lástima de lástimas, eternas lágrimas sin pronunciarse.

No creo que nos hubieran hecho falta excesos o defectos
de algún tipo de comunicación.
Más por honestidad que por ego
-que por cierto lo tengo por los suelos si, como siempre,
o el deporte de asestarle puñaladas al espejo-
he de admitir que tal vez fui el único quién
con una apariencia nacida del agobio
tiró del freno de mano sin mirar atrás.

Pensar con tanto desorden no sé si me ayuda,
porque a veces dudo
     de porque no pienso,
     o porque no siento,
soy difícil y encima ni me entiendo.

Definitivamente, y en cierta medida
veo que este silencio compartido
es el mismo desde donde escribo

...El reloj paseándose despacio,
como vacilante,
dubitativo y caracoleante,
sin transcurrir aparente que se le aprecie.

Y un aeropuerto en calma a altas horas de la noche, donde los canales de mármol transitable para las sigilosas góndolas de esperanzas a dos ruedas, se convierten por momentos en el refugio de cierta vergüenza  de soñar despierto. Lugar este, más que apropiado para paseos y respiros, alejados de la empequeñecida, en sillones rebeldes, masa de aspirantes a dormirse entre suspiros.

Lugar apresurado para nadie, aunque también encuentro para todos. Todos los nadies eso sí, porque andamos como alejándonos con las miradas: desmirándonos.

Pues aquí, ni siquiera aquí,
me percibo estando, es decir,
que hasta llego al punto de sentir
que camino y caigo por el abismo, en fin.. ¿quién soy? ¿qué hago aquí?

Me respondo re-animándome con las palabras y tratando de describirme mientras me desangro por entenderme, hoy, que no duermo y me siento caoticamente sereno.

Y las maletas de los transeúntes esconden sueños,
y yo juego a pasarlas por los rayos x pero sin represiones,
que eso se lo dejo a los señores uniformados
que me miran raro porque camino,
y doy vueltas
y no me paro.

A veces veo anhelos,
potencias afectivas disfrazadas de promesas
de esas que casi se gritan al oído,
imaginándose sobre el cuerpo de alguna góndola veneciana.

Ay! que será de esos regocijos de aparente felicidad perpetua que se reproducen desayunándose las circunstancias, las de la inocente pareja que hace que juega a la ruleta rusa de aquellas promesas.
Quizás habrá quien vaya con sospecha, o quien se asesine por exceso de confianza.

Y entonces,

en ese desierto tan poblado,
ese desierto de las disonancias y desigualdades,
tan creadoras de emociones frustradas...

     la góndola se da la vuelta,

y ahora las cabezas bajo el agua,
y ahora las miradas no se encuentran
y ya no hay dos,
sino abismos, vacíos...

     y supervivencia.

Si, no hay sólo un dos para una vida,
ni tampoco dios,
me sugiere el verso vago por intentar cambiarme el tema.

Sólo hay números, cifras que totalizan aunque parezcan mentiras,
somos números porque los mensajes digitales nos indicarán cuáles serán los próximos significados de
     hambre, yo, nosotros, sexo, guerra, alegría, tristeza...

¿Alegría o tristeza? déjame que lo piense, ¿acaso puedes elegir quedarte siempre en casa?
Me cago literariamente en las putas dualidades
alegría o tristeza... JA!
en el fondo nos duelen esas construcciones
     de cara o cruz
cómo nos joden! sin ni acercarnos siquiera a entenderlo.

Y yo sentado en el váter me pregunto... ¿ qué sentido tiene esto?
Ah si! pura disuasión, ya que ando medio perdido en mis ruinas por el aeropuerto.

Política de la mierda: caguemonos en las malditas dualidades
     siempre nos harán incompletos insatisfechos
por no dejarnos estar medio mezclándonos
     por los bordes y a la vez el centro
¿Alegría o tristeza?
pensarlo mucho me ahoga,
menos mal que sé nadar,
gracias mamá, por tirarme a la piscina y otras cosas

...Y me salgo del bucle,
me levanto del váter.

Tengo que volverme a mirar en el espejo
para ensayar como decir,
que me lamo por probarme
y me sabe todo tan a pino quemado,
que mi bosque parece no parece estar
como para soportar algún viento de caricias
     A-sentimentalista? me pregunto a veces mientras me derramo en tinta.
Y huyo sin escaparme,
me refugio continuamente en mi especie de despojo de retazos
de un dolor ya desfasado.
Me ausento por curarme,
a veces me lo pide el cuerpo,
pero ni aun así me convenzo,
ni aun así se si puedo.

Creo que me he vuelto un enamoradizo
de besar y suicidarme en cada beso.

Personifico la circunstancia y la situación como terapia,
y pienso en el deseo como una caricia situacionista,
siempre desgarradora de algo
     de poros, de salivas, de piel y sudor valiente, de pelos y de labios.

De ahí para allá,
creo que a mi hoy todo me duele,
como a la tierra las minas
en alguna llanura del Kurdistán ,
esperando la mutilación de cualquier piedra de lo cotidiano.

Y miradas,
un niño y su abuela
imaginan desde lo alto de la colina,
mientras yo sueño despierto
en esta noche inacabable de aeropuerto.

*(Espera, espera, nunca imaginarias que en unos cuantos días te llevarías una sorpresa y te caerías con todo los escrito y con el miedo y la apatía y los versos tristes, pero en fin, a veces pasa y es una alegría pero eso es cosa de letras para otro día)

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