Sombra de olivo
en áridos campos
de anaranjado sol
sed de tocar el barro
y derritiéndose
verlo tomar la forma de aquel árbol
alzándose sobre sus brazos.
Y una melodía
de uñas rítmicas y bailonas
arañando un cajón gitano
todo eso pasa cuando te habla
y en una avalancha se convierte su brisa.
O también el ligero fresco mental
de esas calles estrechas sombrías
de mi Al-Andalus particular
esas de andar lento
entre naranjos y adoquines
por algo más
por mucho más
que un simple escapar del tiempo.
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